Antón lleva toda la vida con su moto arriba y abajo sacando chispas por Barcelona afilando los cuchillos y tijeras de los bares, tiendas y vecinos que se lo piden al oír su silbato. De cuando en cuando pasa por delante de casa y hace una parada enfrente del supermercado. Habla un gallego precioso de Ourense. Cuando lo veo siempre me paro un rato con él por el placer de charlar en nuestra lengua y para que me ponga al día de lo que hay por las calles. Los afiladores siempre están al tanto de lo que les pasa a los paisanos. Hoy me comentaba que hace tiempo que no ve a un vecino de Verín que también vivía en el Carmel. Como muchos de los migrantes gallegos de los cincuenta y de los sesenta que vinieron a Catalunya en busca de una vida mejor, soñaban con comprar una casita en la aldea y volver a pasar sus últimos días sobre la tierra que los habría de cubrir mas pronto que tarde. Antón me comentaba que no sabia que le había pasado, que le estrañaba que no se hubiese despedido de él. No sabía si se habría muerto o si se volvió a cumplir su sueño en Galicia, esperemos que sea esto último. Después de pasar revista a unos cuantos vecinos más y mientras seguía afilando un cuchillo carnicero de unos cuarenta centímetros, hablamos de la moción de censura de ayer en el Congreso, de la independencia, de lo buena moza que es la rumana que despacha en el super y de un par de temas más de esos típicos del Facebook. Que sigas sacando chispas muchos años, paisano, y yo que lo vea.